En mayo del año pasado comencé mi historia con Un Curso de Milagros. Mi madre lo había tomado en su ciudad y me había hablado mucho de él, en pocas palabras me decía que era una verdadera maravilla.
Alguna vez, de visita en casa de mis padres, hojeé el libro y leí algunas líneas (no recuerdo de que parte) pero lo que recuerdo fue que no entendí en ese momento nada, incluso me dio muchísimo sueño y decidí dejar de leerlo. Aún así, mi curiosidad por el curso seguía, me contaba mi madre que asistía a un grupo, y que en general era así como se estudiaba, obviamente es a un nivel personal pero el grupo de estudio tenía una función especial de compartir, aclarar puntos y reforzar las ideas entre otras cosas.
Pasó el tiempo y decidí que iba a tomarlo. Estaba por terminar un curso de Numerología cuando rondaba por mi cabeza ya la idea de buscar un grupo de estudio para unirme. Y fue así como unos días antes de terminar mis estudios de numerología, en una revista local encontré un anuncio: “Invitación al conocido curso de Milagros, cuyo objetivo es que logres tu paz interior, se imparte de manera gratuita todos los jueves de 7:00 a 9:00”.
Lo que más me sorprendió fue que al ver la dirección, caí en la cuenta de que estaba a unas calles de mi casa. Como bien dice el curso “A cada uno de los maestros de Dios le han sido asignados ciertos alumnos, los cuales comenzarán a buscarle (…), sus alumnos le han estado esperando, pues su llegada es segura. Una vez más, esto es solo cuestión de tiempo”.
Y así fue como inicié mi viaje. Al principio sentía muchas dudas, muchas ganas de analizar y cuestionar lo que no comprendía del todo. Pero día a día al seguir las lecciones, dejé de cuestionar para comenzar a disfrutar el proceso.
El compartir ideas y experiencias con el grupo, enriqueció mi camino de una manera incomparable, así como el tener un guía-facilitador que estuviera siempre para aclarar cualquier duda y sobre todo, que conociera mejor que yo el verdadero sentido del curso, algo vital para evitar las malas interpretaciones. Hubo muchas ocasiones en las que las lecciones tenían cierta sincronía con lo que me ocurría durante el día: La que por obvias razones recuerdo con más facilidad, es una lección (en realidad son 2 porque se trata de un repaso):”No le daré valor a lo que no lo tiene” y “Permítaseme poder percibir el perdón tal como es”. Ese día al subirme a un camión después de la clase, puesto que ya me había cambiado de casa, (situación que me angustiaba por el hecho de tener que tomar un camión de noche), se subieron 3 tipos a asaltar (mi pesadilla hecha realidad)… No pasó nada, de hecho, ni siquiera me quitaron la bolsa que tanto les ofrecía yo en medio del shock, ellos parecían no verme… y sin embargo fue una gran lección de perdón, y de soltar el miedo que tanto tenía sobre esa situación en particular.
Durante este año 3 meses sucedieron muchas cosas, “pruebas” de todo tipo, pero en especial situaciones de perdón en las que pude aplicar el curso, y aunque muchas veces no lo logré sino hasta después de algún tiempo, tenía ya cierta conciencia de que como dice en alguna parte el libro de texto, no perdonamos al otro, en realidad solo nos perdonamos a nosotros mismos. Durante ese proceso también aprendí-recordé que lo mejor es soltar ciertas situaciones y confiar que lo mejor vendrá, sin intervenir, sin querer dirigir ni corregir nada.
Fueron momentos no siempre fáciles, muy confrontadores para el ego, en los que me di cuenta de que quería controlar la situación y no sabía confiar en el curso natural de las cosas. Por fortuna, y gracias a no tirar la toalla a la mitad del camino, pude ver milagros en mi forma de reaccionar ante las “pruebas”. Hacia finales del curso, logré en cierto modo la no expectativa, pude dar el perdón que tanto me había negado a mi misma y por consecuencia a otras personas, pude sentir amor por “el otro” sin esperar nada, y desearle lo mejor de corazón a los demás.
Ahora la paz es algo invaluable, aunque no siempre se mantiene constante, pero ahora sé que cuando la pierdo quiero recuperarla lo más pronto posible, y siento que di un pequeño paso en la tarea de saber fluir con la vida como es, lo que hace un año era bastante difícil para mí. Y por supuesto, esto es un comienzo, no un final.
Un Curso de Milagros realmente ha sido un parte aguas en mi vida, y sé que es algo que ya no podré dejar. ¿Cómo dejarlo, si gracias a esas 365 lecciones se accede a esa paz y felicidad tan profundas? Estoy por decidirme a impartirlo, y aunque tengo mis dudas, veo las señales claras de por donde caminar.
Quiero continuar con este espacio, porque cualquier persona que entra en contacto con este CONOCIMIENTO, tiene mucho que compartir, ya que, aunque todos pasemos por las mismas lecciones, cada experiencia es diferente, cada milagro tiene una función especial para cada persona. Y hay que compartirlo.
Quiero continuar con este espacio, porque cualquier persona que entra en contacto con este CONOCIMIENTO, tiene mucho que compartir, ya que, aunque todos pasemos por las mismas lecciones, cada experiencia es diferente, cada milagro tiene una función especial para cada persona. Y hay que compartirlo.
3 comentarios:
Me da gusto que hayas vuelto a escribir. Tus comentarios anteriores han sido muy enriquecedores. Gracias por compartir tus experiencias de UCDM.
Un abrazo
cc
Maestra qué buena noticia!
Hola, que bueno que escribes de nuevo en tu blog. Considero que es muy positivo compartir las experiencias que uno va teniendo por este medio cuando la distancia fisica es un obstaculo para vincular a las personas.
Saludos y que estes bien!
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